Un regalo en la tarde
Maribel Egido Carrasco
En medio de este horrible agobio de calor a que nos tiene sometidos la
todavía primavera, ayer por la tarde por segunda vez, disfrutamos del maravilloso regalo de la lluvia, tan
escasa últimamente. Durante casi media hora el cielo se abrió con
generosidad, convirtiendo mi calle en un río que buscaba con rapidez los registros
situados en la parte más baja de la cuesta.
El grato sonido de la lluvia, el vivificante olor a tierra mojada, y el
momentáneo alivio térmico que supuso convirtió la tarde en un delicioso oasis, por
escaso más apreciado.
Cuando escampó y ya solo algunos charcos recordaban la tormenta, se
extendió una preciosa luz por la parte de la iglesia que me animó a intentar captarla
con mi cámara.
¡Lástima que estos regalos en forma de lluvia no sean más frecuentes!