Sala de los Jarros o de los Secretos
Los que hayáis visitado el castillo, durante el recorrido y tras cruzar la galería norte que une las dos torres principales, llegáis a la segunda torre llamada de Pedro Mata, accediendo primeramente a la sala de los jarros. Y nos detenemos aquí porque aparte de las figuras ornamentales que hay en las paredes con motivos de ánforas y plantas en forma de ave, hay otra característica curiosa, que es la peculiar acústica existente en este lugar.
Colocándose dos personas, una en cada esquina opuesta de la sala y mirando hacia la pared, pueden susurrarse, la persona ubicada en el lado opuesto escucha perfectamente lo que la primera le dice, es un fenómeno que se da en construcciones que disponen de un techo con forma de cúpula y habitáculo con paredes cuyas formas son regulares y equidistantes. También son conocidas como salas de los secretos.
Si uno se sitúa en el centro de la citada sala y empieza a hablar, notará como la voz se escucha como si saliese del interior de la cabeza. Impresionante.
Otros ejemplos de construcciones con sala de los secretos:
La Alhambra (Granada), San Lorenzo de el Escorial (Madrid), El torreón de los templarios en Caravaca de la cruz (Murcia), Castillo de Chinchilla de Montearagón (Albacete).
Los espejos acústicos es un curioso experimento que podéis realizar vosotros mismos desde casa, así entenderéis mejor las cualidades acústicas que tiene este tipo de sala.
El frente de un bosque, una tapia alta, un edificio, una montaña, o cualquier obstáculo capaz de reflejar el eco, puede considerarse como un espejo, en el cual el sonido se refleja de la misma forma que la luz en un espejo plano.
Los espejos acústicos pueden ser planos y curvos. Los curvos cóncavos actúan como reflectores, es decir, concentran los «rayos sonoros» en su foco.
Dos platos hondos dan la posibilidad de realizar un interesante experimento de este tipo. Pongamos uno de los platos en la mesa, y sobre él, a unos centímetros de su fondo, sostengamos con la mano un reloj de bolsillo. Acerquemos al oído el otro plato como indica la figura. Si logramos encontrar la correspondiente disposición mutua entre el reloj, el oído y los platos (lo que se consigue después de una serie de pruebas), oiremos el tictac del reloj como si procediera del plato que tenemos junto al oído. Esta ilusión es mayor aún cuando se cierran los ojos. En estas condiciones es francamente imposible distinguir con el oído, en qué mano tenemos el reloj, en la derecha o en la izquierda.
Figura. Estos platos producen el efecto de espejos acústicos cóncavos.
Los constructores de castillos medievales solían introducir en ellos curiosidades acústicas, para lo cual colocaban bustos en el foco do espejos acústicos cóncavos o al final de tubos especiales, hábilmente disimulados en las paredes.
Los espejos acústicos pueden ser planos y curvos. Los curvos cóncavos actúan como reflectores, es decir, concentran los «rayos sonoros» en su foco.
Dos platos hondos dan la posibilidad de realizar un interesante experimento de este tipo. Pongamos uno de los platos en la mesa, y sobre él, a unos centímetros de su fondo, sostengamos con la mano un reloj de bolsillo. Acerquemos al oído el otro plato como indica la figura. Si logramos encontrar la correspondiente disposición mutua entre el reloj, el oído y los platos (lo que se consigue después de una serie de pruebas), oiremos el tictac del reloj como si procediera del plato que tenemos junto al oído. Esta ilusión es mayor aún cuando se cierran los ojos. En estas condiciones es francamente imposible distinguir con el oído, en qué mano tenemos el reloj, en la derecha o en la izquierda.
Figura. Estos platos producen el efecto de espejos acústicos cóncavos.
Los constructores de castillos medievales solían introducir en ellos curiosidades acústicas, para lo cual colocaban bustos en el foco do espejos acústicos cóncavos o al final de tubos especiales, hábilmente disimulados en las paredes.