El eclipse
Maribel Egido
La pasada mañana del 20 de marzo en que dio comienzo la primavera, el día amaneció claro y calmado, pero alrededor de las nueve y media, cuando yo me encaminaba a tomar el autobús de Segovia, el cielo empezó a cambiar y el sol tenía este aspecto entre los árboles de la Resinera.
La templanza de las primeras horas dejó paso a un viento frío, que junto a la extraña apariencia del sol, entre deslumbrador y nebuloso, me hizo pensar en la absoluta dependencia que nuestro planeta tiene del que conocemos como “astro rey”.
Más tarde, en el transcurso del viaje, y durante un buen rato el sol se nos ofrecía con este extraño aspecto.