Pura belleza

Maribel Egido Carrasco
Hay muchos árboles y arbustos que nos pasan desapercibidos hasta que el milagro de la primavera lo convierten en una verdadera joya vegetal, entonces embellecen cualquier sitio donde estén ubicados, aunque se trate de un lugar sin demasiado atractivo. 
Es el caso de un humilde arbolillo que se encuentra cerca de mi casa en un pequeño espacio junto a lo que era el antiguo emplazamiento de los Bomberos. 
Este árbol de pequeño tamaño, responde al romántico y tierno nombre de “el árbol del amor”, aunque también se le conoce por otra denominación absolutamente contrapuesta con la anterior: “el árbol de Judas”, ya que la leyenda dice que éste se suicidó colgándose de sus ramas, esta dramática versión resulta mucho menos agradable, de modo que podríamos quedarnos con una solución intermedia, ya que también es conocido como “ciclamor” 
Su nombre latino es “Cercis siliquastrum”, y pertenece a la familia “Fabaceae”, es de hoja caducifolia y puede alcanzar una altura entre 6 y 12 metros. Sus hojas tienen forma acorazonada, y sus frutos son unas largas vainas que conserva durante el invierno, y que, según la cultura popular, tienen propiedades astringentes. 
Es árbol de jardín por su hermosa floración y su abundante sombra, sin embargo su madera no es de buena calidad, ya que se descompone con rapidez. Aunque soporta bajas temperaturas, prefiere el clima cálido y requiere mucha luz. 
A pesar de su pequeño tamaño, mi florido vecino es en estos días primaverales, pura belleza.


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