Cauca, romana y sin museo...
En el último año de vigencia del convenio firmado entre la entonces Universidad SEK y el Ayuntamiento de Coca, parece conveniente reconsiderar las posturas desde la villa. Por un lado, las expectativas del municipio no parecen haberse cubierto: pocos metros excavados y lo, que es más importante, nada de la musealización.
Sucede que en localidades cercanas, en las cuales se han excavado villas romanas de muy posible adscripción al Hinterland caucense, los resultados han sido muy diferentes; por un lado, tenemos las aulas arqueológicas de Aguilafuente y de Paradinas. Por otro, el gran despliegue de medios desarrollado, curiosamente en esa frontera que delimita, al modo de España y Marruecos, la industria de la agricultura, la Segovia rural forever, de la industrial Valladolid: el Museo de Almenara de Adaja, en territorio vallisoletano.
Y entre todo esto, resulta curioso ver cómo cada año se producen nuevos y sorprendentes resultados en la excavación de la villa suburbana del Pago de las Pizarras, en Coca: mármoles de variados y lejanos orígenes, impluvium de extraordinarias dimensiones, pasillos de anchuras inmensas, etc., no parecen servir para que el municipio de la provincia con mayor registro arqueológico y mayor continuidad histórica reciba algo que necesita a gritos, el mejor complemento para el castillo, la atracción del turismo y el consiguiente relativo desarrollo que conlleva: un museo arqueológico.
En una provincia donde un arqueológico como tal no existe, aunque es incuestionable la función que ejerce en ello el museo de Segovia, no sería descabellado conceder a la villa, méritos la sobran, un museo; aunque estén en desuso las concesiones, aunque lo que se quiera, méritos la sobran, merecido lo tiene.
Ayuntamiento, Junta, Diputación, Ministerio de Cultura... no sé quién será más culpable, pero la realidad arqueológica de Coca sigue oculta en su subsuelo... y en cientos de cajas.
Víctor Manuel Cabañero Martín, Licenciando en Historia y Doctorado en Historia Antigua.
Artículo de opinión publicado en EL ADELANTADO, el 13 de Agosto de 2008.
Sucede que en localidades cercanas, en las cuales se han excavado villas romanas de muy posible adscripción al Hinterland caucense, los resultados han sido muy diferentes; por un lado, tenemos las aulas arqueológicas de Aguilafuente y de Paradinas. Por otro, el gran despliegue de medios desarrollado, curiosamente en esa frontera que delimita, al modo de España y Marruecos, la industria de la agricultura, la Segovia rural forever, de la industrial Valladolid: el Museo de Almenara de Adaja, en territorio vallisoletano.
Y entre todo esto, resulta curioso ver cómo cada año se producen nuevos y sorprendentes resultados en la excavación de la villa suburbana del Pago de las Pizarras, en Coca: mármoles de variados y lejanos orígenes, impluvium de extraordinarias dimensiones, pasillos de anchuras inmensas, etc., no parecen servir para que el municipio de la provincia con mayor registro arqueológico y mayor continuidad histórica reciba algo que necesita a gritos, el mejor complemento para el castillo, la atracción del turismo y el consiguiente relativo desarrollo que conlleva: un museo arqueológico.
En una provincia donde un arqueológico como tal no existe, aunque es incuestionable la función que ejerce en ello el museo de Segovia, no sería descabellado conceder a la villa, méritos la sobran, un museo; aunque estén en desuso las concesiones, aunque lo que se quiera, méritos la sobran, merecido lo tiene.
Ayuntamiento, Junta, Diputación, Ministerio de Cultura... no sé quién será más culpable, pero la realidad arqueológica de Coca sigue oculta en su subsuelo... y en cientos de cajas.
Víctor Manuel Cabañero Martín, Licenciando en Historia y Doctorado en Historia Antigua.
Artículo de opinión publicado en EL ADELANTADO, el 13 de Agosto de 2008.